¿Cómo puedo saber si estoy malcriando a mi hijo?
Bien dices que al convertirte en padre o madre no te adjuntan un manual, esta labor titánica de criar, educar y darle todo el amor que necesita un hijo es todo un tema y un desafío para la mayoría de los padres.
Una serie de errores y deficiencias que suelen cometer los padres en la educación infantil resultan especialmente nocivos.
Cuánto antes los detecten y corrijan, más posibilidades de ser capaces y felices tendrán sus retoños en el futuro.
El sicólogo Bernabé Tierno, autor de ‘Vivir en familia: El oficio de ser padres’, como educadores, los padres han de “aplicar una serie de recursos que contribuirán a la formación integral de sus hijos, al desarrollo de su afectividad, autoestima o conciencia moral, a fomentar su responsabilidad, autodisciplina y habilidades sociales, y usar adecuadamente el ocio y los medios de comunicación".
Algunos padres cometen fallos señala el sicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno, "si se cumplen sistemáticamente aseguran una segura mala crianza infantil, ayudando a que los hijos se conviertan en seres desgraciados, cuya vida será un infierno".
Fallas recurrentes que cometen los padres
- Mantener malas formas
- Criticar al niño continuamente
- Lanzarle mensajes negativos
- No ponerle límites
- Estar en desacuerdo sobre las normas de conducta
- Dar rienda suelta al mal carácter.
Los riesgos de no poner límites
Por otra parte, “si lo que se busca es que crezca sin voluntad ni autodisciplina y sea un eterno inmaduro, lo mejor es consentirle todo, dejar que haga siempre su capricho, que dé órdenes a sus padres y se salga siempre con la suya. Así se convertirá en un pequeño tirano, que no interiorizará ningún límite que regule sus estados emocionales”, explica el autor de ‘Vivir en familia’.
No darle al niño la oportunidad de sentirse valioso y orgulloso de sí mismo, para que se sienta útil y tenga criterio propio, ni valorar nada de lo que haga o pensar que no tendrá éxito en lo que se proponga, es otro de los errores de la educación mal realizada y, que según Tierno, más caros se pagan porque el hijo “se sentirá inseguro e incompetente” y “desesperará de sí mismo y de todo”.
Para Álava Reyes, autora de 'El NO también ayuda a crecer', "los niños necesitan amor, dedicación, tiempo, paciencia, seguridad y nuestro objetivo debe ser proporcionárselo".
Así, "favoreceremos su desarrollo dándoles lo que necesitan, señalándoles los aspectos clave en cada una de las etapas, con orientaciones claras y precisas", señala la experta
Ayudar sin controlar en exceso
"El instinto de los padres es ayudar y respaldar a sus hijos, pero no siempre está claro cómo hacerlo de la mejor forma. Esta investigación muestra que la educación es un equilibrio entre intervenir o no con guía, respaldo y estructura, según las pistas que proveen los niños", ha apuntado Liliana Lengua, coautora del trabajo y profesora de psicología de la UW.
En el Estudio de la UW, aquellos niños que eran más capaces de controlar sus emociones y conducta eran más propensos a estar ansiosos o deprimidos si tenían un padre muy controlador. En cambio a esos mismos pequeños les iba mejor emocionalmente cuando sus madres les concedían algo de autonomía.
De estos resultados se desprende que "en las situaciones difíciles, los padres deben estar disponibles para ayudar, pero no para hacerse con el control, y han de ayudar a sus hijos a navegar los desafíos por sí mismos", ha agregado Liliana Lengua.
Por otra parte, los niños preescolares son más empáticos, compasivos y cooperativos, si han recibido cariño en forma de contacto físico frecuente, han sido amamantados durante bastante tiempo o se les ha animado a que jueguen libremente con otros niños, según recoge la revista digital ‘Tendencias 21’.
Es lo que sugieren tres estudios sobre las prácticas educativas de padres de niños de tres años de edad, dirigidos por la psicóloga Darcia F. Narvaez, de la Universidad de Notre Dame, en Indiana (EE.UU.), según los cuales "la crianza que aplicaban nuestros ancestros lejanos propicia el desarrollo moral de los pequeños”.
Según Narvaez estos resultados demostrarían que “las raíces del funcionamiento moral se forman en los primeros años de vida, y dependen de la calidad afectiva de la familia y del apoyo que reciban los pequeños por parte de su comunidad”.
Sus estudios han descubierto también que existe una relación entre las prácticas educativas comunes en las antiguas sociedades cazadoras-recolectoras, y una mejor salud mental, una mayor empatía y una mayor inteligencia en los niños que las reciben.
Dos características de la enseñanza en los tiempos de nuestros antepasados lejanos son el mantener mucho contacto positivo con los bebés y niños pequeños (tomarlos en brazos, acurrucarlos, abrazarlos, mimarlos), así como responder de forma rápida a las quejas y llantos de los hijos.
Para Narvaez, esta rapidez en la atención evita que el niño se altere y a su cerebro lleguen las sustancias químicas tóxicas que produce el propio organismo en situaciones de estrés.
“La calidez y el cuidado sensible hacia los niños, permiten que sus cerebros estén en calma durante los años en que su personalidad se está formando”, ha afirmado la psicóloga.
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