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Salud Mental

Impulsividad: Cuando las emociones no tienen freno

La impulsividad es un factor de predisposición en 7 de cada 10 conductas suicidas, y es un síntoma de gran parte de la patología psiquiátrica, acompañando a las adicciones, la bulimia o el déficit de atención con hiperactividad.

Mundo Sano

La impulsividad es un trastorno presente en las conductas del 70% de quienes deciden quitarse la vida.(Pixabay)

La impulsividad es un trastorno presente en las conductas del 70% de quienes deciden quitarse la vida. | Pixabay

Los impulsos nos hacen humanos y nos estimulan a avanzar, pero también sacan a la luz nuestras facetas animales y nos acercan al abismo.

Del 10 al 15% de la gente tiene conductas impulsivas como son los desórdenes alimentarios, los trastornos de la personalidad, el alcoholismo y la drogodependencia

También la cleptomanía, la piromanía, el juego patológico y la compra compulsiva están asociados a la impulsividad, que puede llevar incluso a algunas personas a arrancarse pelo de distintas partes del cuerpo.

Es una gran desconocida para la mayoría y se habla poco de ella en los libros de autoayuda y manuales de psiquiatría, pero es la titiritera invisible que dirige, para bien o para mal, la dirección, fuerza y velocidad de nuestros pasos.

La impulsividad mueve los hilos en la sombra, de muchas de las conductas que nos causan más problemas. Influye nuestras emociones y pensamientos.

La impulsividad es un factor de predisposición en 7 de cada 10 conductas suicidas, y es un síntoma de gran parte de la patología psiquiátrica, acompañando a las adicciones, la bulimia o el déficit de atención con hiperactividad.

También puede ser contemplada como un rasgo de la personalidad y puede formar parte de ciertos trastornos de la personalidad, como el trastorno límite. 

Pese a que tiende a considerársela una característica negativa, si es moderada la impulsividad puede desempeñar un papel importante en el comportamiento normal de las personas, y ser evaluada como un rasgo socialmente beneficioso y admirado, por ejemplo como capacidad de decisión ó rapidez en las respuestas. 

Su intensidad convierte a la impulsividad en patológica, la cual se caracteriza por una predisposición a reacciones rápidas, no planeadas, ante estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias negativas de esas acciones, según los expertos. 

Satisfacción sin demoras

Se trata de individuos que frente a una situación, no pueden demorar el momento de satisfacer una necesidad; así, según el doctor Gabriel Rubio, jefe de Salud Mental del distrito de Retiro en Madrid, coautor del libro Impulsividad,

Esa persona no puede demorar su necesidad de beber y se da atracones de bebida y entonces aparece el alcoholismo, o bien no puede demorar una relación sexual y aparece la adicción al sexo

Puede sentir incapacidad ante situaciones como estar con más gente y sentirse irritado, molesto y reaccionar con agresividad o violencia: El sujeto es incapaz de inhibir una respuesta que en condiciones normales debería poder ser inhibida. 

La presencia en la población de trastornos del impulso puros es baja aunque la repercusión social sea muy importante, pero como síntoma de otras patologías, se calcula que del 10 al 15% de la gente padece trastornos por impulsividad patológica. 

Entre los desórdenes en los que el síntoma esencial es la impulsividad, figura el trastorno explosivo intermitente: Quizá la forma más pura de impulsividad, que se caracteriza por episodios repetidos de agresividad verbal y física, desmesurados con respecto al acontecimiento precipitante.

La persona que los padece los experimenta como ataques precedidos de una gran tensión interior que se libera con la explosión de violencia. Una vez pasada la crisis, recuerda bien lo sucedido y se siente arrepentida y avergonzada de su conducta. 

Otro trastorno de impulsividad “puro” es la piromanía: Más frecuente entre los varones, sobre todo adolescentes. La premeditación y frialdad con la que actúan los incendiarios para evitar que los detengan contribuyen a que se los incluya entre los trastornos antisociales de la personalidad

Se calcula que una de cada mil personas sufre cleptomanía, un trastorno que suele darse con mayor frecuencia en mujeres y cuyo síntoma característico es la sensación de tensión interna antes de cometer el robo que induce al sujeto a realizarlo, pese a que los objetos sustraídos no tienen un valor económico ni son útiles para él.

El cleptómano actúa de forma más improvisada, sin medir las consecuencias ni el riesgo de ser sorprendido. 

Rascarse hasta sangrar 

Una de las formas de descontrol de los impulsos que tiende a cronificarse es la tricotilomanía: La tendencia a arrancarse pelo de diferentes zonas del cuerpo, a modo de ritual compulsivo. Frecuentemente, quienes lo padecen lo disimulan o, incluso maquillan las zonas peladas, como cabeza, cejas, pestañas y pelo corporal.

El hábito de arrancarse el pelo no lo viven de forma dolorosa físicamente y en ocasiones llega a ser una conducta automática de la que no se es plenamente consciente

El rascado cutáneo compulsivo consiste en el rascado repetitivo, que al principio busca eliminar pequeñas irregularidades de la piel, pero que acaba por convertirse en un hábito incontrolable de excavarla, y en ocasiones es tan grave que requiere intervenciones dermatológicas por las heridas e infecciones.

Suele fomentarlo el estrés, representa el 2% de las consultas a dermatólogos y lo padecen con más frecuencia las mujeres, con mayor intensidad alrededor de los treinta años.

Se calcula que entre el 1 y el 3% de la población adulta sufre juego patológico a lo largo de su vida, el cual afecta el doble a los varones que a las mujeres.

La vida del ludópata gira en torno a los preparativos de una nueva partida y los recuerdos de las anteriores, llegando a descuidar sus obligaciones y su familia cuando éstas interfieren con el juego o sus preparativos.

Los continuos engaños a familiares o amigos conducen a un aislamiento progresivo del jugador, quien disimula minimizando su dependencia y los gastos que conlleva el juego.

La compra impulsiva afecta especialmente a las jóvenes, de nivel socioeconómico medio-alto, con madres con antecedentes de trastornos psicológicos o psiquiátricos. Suele diagnosticarse por las graves consecuencias económicas que ya ha provocado. 

El comprador impulsivo desconoce muchas veces lo que va a comprar, pues la tensión del deseo no parte de un objeto sino del hecho de gastar. Este desorden, como el resto de trastornos puros del control de la impulsividad son difíciles de diagnosticar, ya que los pacientes no suelen sentirse enfermos y, si es así, en muchas ocasiones ocultan su problema por temor o vergüenza. 

Mente en corto circuito 

La impulsividad también desempeña un importante papel en muchas enfermedades mentales y en ocasiones es la clave de su diagnóstico, por ejemplo esta presente en los cuadros psicóticos, en pacientes esquizofrénicos o en otras psicosis que dan lugar a episodios de gran hostilidad con auto o heteroagresividad. También aparece en las neurosis, como la hipocondría. 

Además, existen trastornos orgánicos cerebrales en los que aparecen signos de descontrol de impulsos, como las encefalitis agudas, la epilepsia, los tumores cerebrales y los trastornos endocrinos. Mientras que en algunos de estos cuadros disminuyen los impulsos, en otros tienden a aumentar. 

La impulsividad también está presente en los trastornos sexuales, ya que una característica de las parafilias, como son el exhibicionismo, el fetichismo, el sadismo, el masoquismo sexual o el voyeurismo, son los impulsos sexuales intensos y recurrentes.

Dentro de los trastornos del control de los impulsos sexuales también se puede incluir a la masturbación compulsiva y la dependencia de la pornografía.

La impulsividad, asimismo está implicada en los trastornos de la conducta alimentaria, y se asocia a la bulimia nerviosa, que según el doctor Salvador Ros, consultor del Servicio de Psiquiatría del Hospital del Mar, de Barcelona y coordinador del libro Impulsividad, es unas de las conductas impulsivas más comunes. 

En la bulimia, además del descontrol del impulso en la ingestión, la provocación del vómito o las purgas, hay una ansiedad previa intensa. La conducta impulsiva calma la tensión, aunque después pueden aparecer sentimientos de insatisfacción y culpa. 

Muchos expertos ven una cierta similitud entre los cuadros de descontrol de impulsos y las adicciones. En los pacientes ya diagnosticados de trastornos de control de impulsos es mucho más frecuente el abuso de drogas, y las personas que abusan de drogas puntúan más alto en las escalas de impulsividad. 

En ambos casos, el paciente necesita o desea hacer o consumir algo, y tiene una sensación placentera después de concretarlo, y un sentimiento de culpa por haber recaído en la conducta. 

Existen diferentes estrategias farmacológicas para tratar los trastornos del control de impulsos. En el caso de los trastornos puros, se emplean antidepresivos e inhibidores selectivos de recaptación de serotonina, pero cada vez se emplean más los nuevos antiepilépticos, como el topiramato, el cual disminuye la intensidad del impulso: Todos los aspectos relacionados con la urgencia o necesidad de llevar a cabo una conducta impulsiva.

Los 10 mandamientos del autocontrol

Aunque cada trastorno de impulsividad requiere un abordaje especial, hay autoayudas útiles que se aplican a todos ellos:

  1. Intente tomar conciencia de que mantienes una conducta impulsiva que te provoca situaciones de conflicto y malestar.
  2. Propóngase cambiar su comportamiento de una forma reflexiva y seria, sintiendo que desea y quiere modificarlo.
  3. Evite frecuentar los lugares y situaciones que le recuerdan e incitan a los comportamientos impulsivos que quiere abandonar.
  4. Si el impulso aparece, procure retrasar la decisión de actuar, mediante ejercicios de relajación que disminuyan su ansiedad; así probablemente el impulso se extinguirá por sí sólo.
  5. Busque distraerse con actividades gratificantes, que sustituyan a las conductas impulsivas no deseadas, como por ejemplo ir al cine, escuchar música, leer un libro, pasear, charlar con amigos.
  6. Evite el aislamiento, ampliando su círculo de amistades y relaciones sociales, las cuales servirán de apoyo y de forma de distracción para distraerse y abordar los cambios que desea.
  7. Valore los efectos positivos en su calidad de vida que implica el cambio que desea, y a la vez, piense en las consecuencias negativas que le acarrea persistir en la conducta impulsiva.
  8. Refuerce psicológica y emocionalmente cuando consiga omitir algún comportamiento conflictivo concediéndose un premio o algo que desea, como un regalo o una sesión de masaje.
  9. Busque el apoyo de los familiares con los que se lleve mejor, contándoles el problema y la forma en que quiere solucionarlo.
  10. Sin descartar las medidas y autoayudas que aplique para cambiar su conducta, acuda a un profesional, para que aporte recursos más individualizados, acorde a su caso en particular.


 



1.-La impulsividad es un trastorno presente en las conductas del 70% de quienes deciden quitarse la vida.

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