¿Qué sucede cuando pasamos un día entero sin quejarnos?
La alegría, el buen humor y una actitud positiva favorece disfrutar de la Navidad. Los sicólogos recomiendan varias prácticas para transmitir optimismo y entusiasmo. ¿Somos capaces de estar un día entero sin quejarnos?
El buen humor y las actitudes positivas pueden trasmitirse. La persona optimista contagia su actitud a quienes la rodean.
"Puede verse con los grandes oradores, que movilizan a la gente que los escucha, inculcándole un ánimo positivo y una visión del lado bueno de las cosas", señala la sicóloga Majendri García.
Para fomentar el entusiasmo en las fiestas, García recomienda intentar permanecer un día completo sin quejarse. A lo largo de una jornada también se puede intentar sonreír, buscar la salida a lo que vaya ocurriendo y recordar, no sólo los momentos bonitos, sino aquellas situaciones difíciles de las que salimos airosos.
En lugar de reprochar y recrearnos en lo que nos faltado o en lo que ha fallado la otra persona, hay que reconocer lo bueno que nos ha dejado aquello que pasó y lo positivo que nos ha aportado ese familiar, y agradecerlo, porque la gratitud es una de las cosas que más alegría dan”, afirma la psicóloga María de los Ángeles Barja.
Está demostrado científicamente que el buen humor y las actitudes positivas pueden contagiarse de una persona a otra, señala la sicóloga clínica Majendri García.
Según la experta “la personas optimistas contagian su actitud a quienes la rodean. Esto se puede comprobar con los grandes oradores, que movilizan mucho a la gente que los escucha, trasmitiéndole un ánimo positivo y una visión del lado bueno de las cosas”.
“Ver a una persona sonriendo nos ilumina la cara y anima la vida. Si sonreímos, buscamos cosas que nos hagan reír y sentir bien, como ver una comedia o escuchar chistes, o evocamos los recuerdos positivos de cuando las cosas han salido bien, nuestro cuerpo se expande y se abre y nuestro ánimo sube”, explica.
“Hay que ver lo que ocurre y como resolverlo, poniendo la mayoría de la atención en las soluciones. Para los optimistas los inconvenientes son un reto. Aceptan lo que ha surgido y se plantean como solucionarlo”, añade García.
Centrarse en la solución
“Ante los reveses, se trata de buscar una ilusión que nos de fuerzas y la forma de salir del atolladero que nos toca vivir. Es hacer con el limón, de las situaciones que pueden agriarnos la vida, una limonada, algo positivo, que nos haga sentir bien”, propone.
Para fomentar el entusiasmo en las fiestas, García recomienda intentar permanecer un día completo sin quejarse. A lo largo de una jornada también se puede intentar sonreír, buscar la salida a lo que vaya ocurriendo, recordar no sólo los momentos bonitos sino aquellas situaciones difíciles de las que salimos airosos.
“La Navidad es un buen momento para compartir, estar presente y "verse" mutuamente. También para pasarlo bien e influir positivamente en los parientes y amigos, como anfitrión o visitante”, explica la sicóloga.
“Son momentos de vivenciar lo positivo del momento, el ambiente y el encuentro, de recordar los buenos momentos compartidos con los familiares presentes”, indica la sicóloga.
Para García, en la fiestas hay que “tratar de ver lo que cada persona nos ha aportado, incluso aquello negativo pero que ha traído cosas buenas a nuestra vida, como haber tenido un padre ‘tirano’, cuya actitud ha hecho que no queramos ser iguales y busquemos el consenso con los demás en vez de la imposición”.
“En lugar de reprochar y recrearnos en lo que nos faltado o en lo que ha fallado la otra persona, hay que reconocer lo bueno que nos ha dejado aquello que pasó y nos ha aportado ese familiar, y agradecerlo, porque la gratitud es una de las cosas que más alegría dan”, afirma la psicóloga María de los Ángeles Barja.
Según Barja, “cuando nos sentimos agradecidos, hacia la vida, el mundo, los demás, algo se ilumina en nosotros. Al sentir gratitud, se torna más positiva y sincera nuestra relación con la gente con la que compartimos estos días festivos. Al sonreír a la vida, la vida nos sonríe, e igual sucede con las personas. Al alegrarnos la vida, también se la alegramos a quienes nos rodean”.
Para la sicóloga, las navidades “son un momento señalado para dar y darnos a los demás: No sólo los habituales regalos o cosas materiales, sino una sonrisa, una palabra amable, un gesto afectuoso, un abrazo cálido, una escucha atenta, una charla sincera. Hay que preguntarse ¿Qué puedo dar al otro?”.
“Una mano cálida en la espalda, una mirada tierna o un apretón de manos cariñoso puede ser un bálsamo para la gente mayor que se siente muy sola y necesita compañía”, añade.
“También alegra mucho la vida el recordar con nuestros seres queridos, familiares y amigos, los momentos felices compartidos: ¿te acuerdas cuando éramos pequeños y nos subíamos a la casita del árbol? ¿o aquel cumpleaños tan especial?”, finaliza Barja.