¿Qué problemas están detrás del hábito de tronarse los dedos?
Descubre algunos de los aspectos físicos y psicológicos de tronarse los dedos.
Hay personas que sienten una necesidad constante de tronarse los dedos, una práctica común que implica estirar o doblar los dedos y a su vez produce un sonido parecido a un chasquido.
Es probable que la mayoría de nosotros hayamos escuchado algún tipo de advertencia acerca de los posibles efectos negativos de esta acción aparentemente inofensiva, como la creencia popular de que puede crear artritis entre otras.
De acuerdo con el portal de Runners World, el crujir o tronarse los dedos puede ejercer una tensión excesiva sobre los ligamentos, lo cual podría incrementar el riesgo de sufrir lesiones como esguinces o un desgarro más grave que podría requerir intervención médica.
Sensación de dependencia
Asimismo, el sitio web habla sobre la dependencia y las deformidades como otra de las consecuencias por el crujir de los dedos.
La acción repetitiva de tronar los dedos puede dar lugar a una especie de dependencia tanto física como psicológica. Al sentir la necesidad de tronar los dedos para obtener alivio o satisfacción, es posible desarrollar una adicción al acto. Además, esta práctica puede contribuir al desarrollo de deformidades en los dedos, como la desalineación de las articulaciones o la formación de nódulos en los tendones.
Los problemas en las articulaciones, la inflamación, las lesiones en los ligamentos y la dependencia son solo algunas de las posibles consecuencias negativas de este hábito.
En relación con la creencia de que tronarse los dedos ocasiona artritis una publicación de la Universidad de Anahuac México, menciona sobre el doctor Donald Unger, el cual pasó 60 años de su vida crujiendo sus nudillos de la mano izquierda. Tras una rigurosa aplicación del método científico, comparó los niveles de artritis en ambas manos y observó que eran similares.
Además en el artículo se menciona que Unger ganó el Ig Nobel de Medicina en el año 2009, por demostrar que tronar las articulaciones no produce artritis, un descubrimiento ha sido respaldado por estudios de la Universidad de Harvard.
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